miércoles, 23 de noviembre de 2011

El dolor, la felicidad, el sufrimiento, el miedo.

Si buscamos en un diccionario el significado de "dolor", nos saldrá algo parecido a esto: sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima. Para mí, el dolor es mucho más que eso, más intenso, más concreto.
Es la ausencia de la felicidad, es sufrir, es querer cambiar la realidad o querer volver al pasado.
A menudo huimos del dolor, no queremos pasar por eso y tampoco podemos permitir que la gente a la que queremos viva en dolor.
Si hay dolor, es porque antes hubo felicidad.
El dolor, a parte de significar la felicidad vivida en el pasado, también puede estar relacionado con el miedo.
Si sientes dolor es porque has querido, has amado o has sentido felicidad por una persona y, al perderla, es inevitable estar mal, es inevitable quitarle importancia.
Pero, a veces, por un segundo de felicidad merece la pena vivir meses de sufrimiento.
Dicen que cada sufrimiento, cada dolor, cada mal instante te hace crecer y hacerte mejor persona. Porque, como también dicen, de todo lo malo se puede sacar algo bueno.
Aunque todo parezca perfecto en un momento determinado, no es así.
Las personas tendemos a quedarnos con el final de las cosas, con lo último y, en bastantes casos, con lo peor. Cuando algo acaba, por ejemplo, siempre estamos mal porque ha acabado, y ¿porqué? ¿No deberíamos ser felices, sonreír, porque al menos ha sucedido?. Si nunca hubiera ocurrido sí que deberíamos estar mal, pero por lo menos hemos vivido eso, hemos sentido, hemos sido felices y eso no nos lo va a quitar nadie, mejor será pensar en lo ocurrido que pensar en que ha acabado.
Hay veces que estamos mal y sentimos miedo, y eso nos causa dolor.
Sentimos miedo, por ejemplo, cuando pensamos que alguien se puede ir de nuestro lado, que alguien puede llegar a quitarnos importancia o incluso desaparecer de nuestra vida.

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