domingo, 13 de enero de 2013

A palabras necias, oídos sordos.

¿De verdad crees que por meterte con otra persona tu felicidad va a aumentar? ¿De verdad vas a sentirte mejor destrozando a alguien? ¿Sabes? Así solo muestras lo infeliz que eres. Así solo das a entender que el único destrozado aquí eres tú. Si algo me han enseñado desde pequeña es que "a palabras necias, oídos sordos". 
Fue una de mis primeras lecciones. Incluso antes de saber el significado de la palabra "necias", yo ya sabía que se trataba de algo que no debía escuchar. Y, después de varios años, puedo jurar que esa lección jamás se me olvidó. Siempre estuvo presente para ahuyentar todas aquellas críticas que pudieran hundirme. 
Siempre he sido de esas que piensan que al final, cada uno tiene lo que se merece. Y también me he situado en el terreno de las que dicen que al final todos nos damos cuenta de cómo somos. Pues cuando tú llegues a darte cuenta de cómo eres, te odiarás. Sí, te odiarás. Y, cuando empieces a odiarte, llorarás por todo el daño que has podido causar. Pero, dejemos de soñar, abrir los ojos cuesta demasiado tiempo. 

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