martes, 15 de enero de 2013

Esta es la historia de mi vida.

Crecí, maduré, empecé esa etapa llamada "adolescencia" y con ella comenzaron los amores, los chicos...
Hubo uno que marcó mi adolescencia. 

Me enamoró, me enamoró de la forma más absurda, me enamoró como nunca antes nadie lo había hecho. Todo era perfecto a su lado, ¿sabes? Las horas eran minutos y una tarde a su lado se esfumaba como una ráfaga de viento. Yo me enamoré y pensé que era correspondida. Él me hizo creer que eso era así. Pero, como toda relación, se fue consumiendo como si de una vela se tratara. Él demostró todo lo que le había importado en este tiempo. Yo acabé tirada en la cama, sin ganas siquiera de levantarme. Con el ánimo por los suelos. Entonces, él volvió. Pensé que esta vez todo cambiaría. Pero todo empezó, siguió y terminó de la misma forma que las veces anteriores. Entonces, descubrí que para él era un juego. Un juego al que se había enganchado. Un juego en el que solo participaba él. Comencé a armarme de valor. Día tras día fui perdiendo la necesidad de verle, las ganas de besarle, las cosquillas en el estómago. Hasta que llegó el día en el que fui valiente para decirle: punto y final. 

1 comentario:

  1. Esta entrada es fucking perfect :´)
    Me ha gustado mucho, precisamente hace poco pasé por esto, y la verdad es que hay algunos chicos que...se pasan, pero.. ¡Que se le va a hacer! Ya encontraremos mejores!
    Un beso cielo, me encanta tu blog <3

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