domingo, 16 de febrero de 2014

Se está acabando.

Se está acabando. Todo con todos se está acabando. Se está apagando la llama que me mantenía encendida. Todo aquello que siempre habíamos luchado por tener, se esfuma como la brisa en un día de verano. Cada palabra desafortunada se ahoga ahora en el mar que ha decidido rodearme. Cada mal gesto, mala cara, habla por sí sola y decide romper todo esto.
Hay veces en las que nada es suficiente. En las que el dolor es tan grande que ni la mayor de las alegrías puede con ello. Hay veces en las que solo queda huir. Antes de hacerte pequeñita y que la pena te atrape con su red. Lo mejor es huir. Dejarlo todo atrás y correr. Correr hasta que no puedas. Hasta que tus piernas decidan pararse. Hasta que te encuentres tan cansada que solo quieras dormir. Aunque sea para no pensar.
Para no pensar en todo el dolor que tienes dentro. En todo el dolor que has intentado dejar atrás. Pero, a veces, los intentos son en vano.
Y te quedas ahí. Quieta. Sin saber qué hacer o qué decir. Solo sabes que todo se está acabando.

lunes, 10 de febrero de 2014

La soledad.

☔️❄️⛄️Ella, abrazada a su almohada, lloraba desconsoladamente cada noche. Los días pasaban y su vida pasaba con ellos. Pero apenas reía. Apenas salía. Apenas vivía. No encontraba fuerzas o no tenía dónde buscarlas. No sabía muy bien qué le pasaba, solo sabía que la soledad podía con ella. Solo sabía que sola se encontraba. Que el único abrigo en medio de tanto frío era la soledad. Que el amigo al cual apoyarse era la tristeza. Que la mejor compañía, irónicamente, era la soledad.
Le costaba mirarse al espejo. No se reconocía y eso le mataba por dentro. 'Con lo luchadora que he sido yo siempre', decía. Pero ahora estaba más débil que nunca. Ahora lloraba como si el mundo acabase mañana. Se había vuelto solitaria, arisca e incluso borde. Muy borde. A pesar de que siempre le había caracterizado la dulzura. Se ha hecho amiga de la lluvia, quien se compadece de ella, de sus bajones, de sus lloreras. Ahora adora ver las gotas de lluvia caer sobre el cristal. Ama ver cómo cientos de miles de gotas corretean unas detrás de otras en la misma superficie, en el mismo cristal. Le encanta ver escuchar el sonido que hacen en el momento que pegan contra el cristal. El mismo instante en el que han encontrado su destino. Su trágico destino.
Sin embargo, odia el sol. Odia los días de verano. Odia el calor. Aunque antes siempre deseaba que el buen tiempo llegara. Lo odia porque debe salir. Salir a la calle. Donde ya nunca quiere estar. Donde las horas pasan en su contra y el reloj parece quedarse parado. Donde la compañía le sobrepasa y debe luchar contra ella. Su vida ya no es la misma. No.
Su carácter ha cambiado por completo. Los problemas la han cambiado. La soledad ha hecho que se convierta en lo que es ahora. Y, ahora, odia en lo que se ha convertido. Se odia a sí misma.

sábado, 8 de febrero de 2014

Son preguntas...

Hoy es uno de esos días. Uno de los días en los que la cama es mi mejor casa y la almohada se convierte en mi mejor amiga. Hoy es uno de esos días en los que las lágrimas no dejan de caer sobre mi rostro. Hoy es el día en el que me he metido de nuevo en un agujero. En un pozo sin fondo. En el lugar del que tanto me costó salir. Cuando ya pensé que todo estaba superado. volví a caer. ¿Por qué? ¿Por qué otra vez?
Me odio. Me odio por todo esto. Por estas cosas. Por estos bajones que acuden a mi sin sentido alguno. Y quitándome el sentido, se apoderan de mi. De una manera sobrenatural. Odio tener que derramar cientos de lágrimas sobre mi almohada y odio no conseguir sentirme bien.
Forever alone
No me gusta esto. Claro que no. A nadie le gustaría tener días así. Días en los que sientes que no tienes valor. O que tu vida no es lo suficiente importante para nadie. Y me pregunto cuál es el origen de todo esto. Me pregunto qué hace que ahora esté así, que ahora esté aquí. Me pregunto cuándo empezó todo. O cuándo por fin acabará.
Son preguntas a las que nunca consigo responder. Son preguntas a las que nadie puede dar respuesta. Al menos no la respuesta adecuada. Al menos no la respuesta necesaria para levantarme de la cama o para soltar mi almohada. Y querer vivir. Querer salir. Querer reír y dejar de llorar.
Esto no tiene sentido. Mi vida no tiene sentido.