lunes, 2 de noviembre de 2015

Cuando el dolor no te deja respirar. Cuando el sufrimiento es permanente.

No siempre se puede tener todo aquello que se desea. Pero desearlo ya es un paso, ¿no? Tan solo se trata de quererlo, de buscarlo, de necesitarlo y de luchar para que aparezca. Para que llegue alguien que recomponga nuestro dañado corazón. Alguien que nos borre cada lágrima con una sonrisa. Alguien que nos abrace y se convierta en casa. Que nos libere las alas. Que nos aparte los monstruos del camino. O de nuestro interior. Qué mas da. Necesitamos una liberación. No siempre tiene que ser nuestro propio príncipe azul, rubio, alto, de ojos azules y monisimo quien nos salve. A veces puede ser una amiga, una madre, la música, un libro. Hay tantas maneras de salvarse. A veces puede ser haciendo lo que más te gusta. A veces puede ser llorando a escondidas mientras te quitas esa coraza que te impide ser feliz. A veces, solo a veces, ese dolor que ayer era inaguantable, hoy se está empequeñeciendo. Se está empequeñeciendo de tal forma, que empiezas a sentir más y más libre. Más y más fuerte. Más y más feliz. Más y más tú. Más y más....

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